Todos los días se veía su silueta a la orilla del mar. Con sus cansadas piernas y su bastón, andaba y andaba, recordando sus tiempos de antes, cuando salía a la mar “marinero de agua dulce”, le decían al pasar, con cariño y con respeto para un hombre que no quería olvidar. Porque el mar es hermoso cuando está manso, que se junta su infinito con el horizonte y, cuando está bravío, que su espuma nos llega a salpicar. “Marinero de agua dulce”, te dejamos con tu mar y tus recuerdos.
miércoles, 13 de octubre de 2010
EL MAR
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